Política II

Hacia un nuevo modelo de país


por Gabriela Juvenal
"Vengo a proponerles un sueño. Reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia; un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales. Pero sé y estoy convencido de que en esta simbiosis histórica vamos a encontrar el país que nos merecemos los argentinos”.

Era 1 de marzo de 2004 y el entonces presidente Néstor Kirchner, de esa forma, concluía su primer discurso en la apertura de sesiones en el Congreso. Tenía una propuesta clara. Apenas unos años después, aquellos sueños parecían hacerse realidad. Poco después, Argentina empezaba a independizarse de los intereses corporativos, del FMI, del Banco Mundial y de los sectores financieros que habían sido beneficiados desde 1976, con las políticas económicas de Martínez de Hoz, y profundizado en los años 90. Ahora, aquel modelo de Estado neoliberal ya era parte del pasado. En 2006, la deuda externa - que en 2003 había sido de un 156% del PBI- era reestructurada en un 76%. De su cierre definitivo, se encargaría la actual presienta, Cristina Fernández de Kirchner.

Desde 2003 hasta hoy, Argentina trabaja para un modelo de país muy contrario al que pregonaba Rivadavia, Baring Brothers, Lavalle y toda la oligarquía argentina. La identidad nacional y popular, tras largas conquistas sociales y políticas públicas concretas, fue instalada para quedarse. Dependerá del pueblo, de la juventud organizada, de los movimientos sociales, y del propio gobierno mantener el proyecti con el que también soñaron los héroes de nuestra patria.

En un acto sorpresivo, el martes, Cristina confirmó que competirá por la reelección en octubre. “Una vez más, vamos a someternos a la voluntad popular. Mi compromiso es irrenunciable e irrevocable, por los jóvenes que tanto esperan de este nuevo país. Quiero ser un puente entre las nuevas y viejas generaciones”, dijo la presidenta, ya convertida en candidata –según todas las encuestas- a ganar. Según el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), de Roberto Bacman, la intención de voto de Cristina es del 48% mientras que en algunos lugares del interior supera el 70%.

Sin duda, es la opción más fuerte, no sólo por los logros consagrados durante su gestión, sino también - como afirma Bacman- por esa “oposición que todavía está dando vueltas tratando de encontrar un modelo opositor”.

La recuperación del salario, la ley de medios, el matrimonio igualitario, el enfrentamiento con la Iglesia, la actitud frente a las Fuerzas Armadas, la reconstrucción de la industria, la derogación de las leyes de impunidad, la defensa de los derechos humanos, fueron algunas de las políticas que implicaron un giro copernicano en la política.

Se trata de iniciativas, cuyos frutos ya se palpan en la realidad. Entre ellas: los cinco millones los puestos de trabajo creados, un 8% de disminución de la desocupación, promoción de la cultura del trabajo, la rápida recuperación de los derechos laborales con acuerdos con los sindicatos, la asignación universal por hijo –extendido este año a madres embarazadas- que cubre actualmente a más de 3 millones de personas, la disminución al 48% de la persona por debajo de la línea de pobreza, los más de 200 mil cooperativistas del plan Argentina Trabaja, la nueva Ley de Medios Audiovisuales, el desarrollo de la televisión digital, el fin de las AFJP y el paso al sistema de reparto que implicó a más de 2.500.000 de jubilados, 600% de aumento en la Jubilación Mínima, con dos subas anuales, la nacionalización de Aerolíneas Argentinas, del Correo y del Agua; la renovación de la Corte Suprema de Justicia Nacional; la nueva Ley de Educación Nacional; la creación de más de 1100 escuelas, la puesta en marcha del plan de entrega de netbooks, la elevación del presupuesto educativo del 1,2 % al 6,47 % del PBI, el salto de la cultura en cuanto a la construcción de nuestra historia (Con el año del Bicentenario, en donde millones de argentinos fueron a la 9 de julio demostrado con su participación que los argentinos aman a la patria y no la aborrecen como muchos quisieron imponer); la creación del ministerio de Seguridad, la creciente entrega de DNI, el matrimonio igualitario; y la recuperación de una política de hermandad latinoamericana que promueve la integración de América del Sur, con la consolidación del Mercosur, el Alba y la Unasur.

Quizá, las políticas más emblemáticas hayan sido la de promoción de la memoria, verdad y justicia: más de 500 centros clandestinos señalizados, más de 800 las causas elevadas a juicio oral y público, más de 200 represores condenados y 1000 procesados.

“La Casa de Gobierno no la manejan las corporaciones”, decía Cristina el 1 de marzo pasado en el Congreso. Ese día, destacaba con un orgullo notable el rol de la juventud. “Miles y miles de jóvenes –decía- que no creían en nada ni en nadie y que han vuelto a creer; son jóvenes como eran jóvenes los que irrumpieron en la democracia y creyeron también en un modelo, y que tantas veces habían sido frustrados en las décadas anteriores”.

Se trata de acciones propias de un modelo que prioriza el mercado interno, la participación de los trabajadores, de la juventud y el impulso a programas sociales, entre otras cosas. Y si la política en el modelo neoliberal estaba representada en la minimización del Estado, hoy la tendencia es hacia un ejecutivo fuerte. Si el poder en aquel primer modelo era representado por las clases medias no asalariadas, las corporaciones, los sectores agropecuarios y financieros, hoy la intención es que esté en manos de los trabajadores, los empresarios industriales y las clases medias asalariadas. Si las políticas sociales, antes, eran impulsadas por las Ongs asistenciales, hoy las conducen los programas nacionales y regionales. Si la política internacional se basaba en el diálogo con EEUU, bajo un sistema exportador y privatizador de empresas públicas, hoy gira en torno a la patria grande latinoamericana.

Hoy, de cara a las elecciones, uno de los máximos desafíos será profundizar la organización del movimiento para que éstos sigan obrando por la identidad y liberación nacional, conociendo los errores de la historia. William Cooke, en Cuadernos para la militancia decía: “Para saber cuáles son nuestras fallas y llegar a sus causas hay que tener una visión global de la Argentina, de las fuerzas que chocan en su seno, de las características que revisten esos conflictos. U dentro de ese marco histórico, examinar el significado del peronismo, con qué tendencias sociales e irreductiblemente antagónico, qué políticas lo condenarán a frustrarse y cuáles sirven al objetivo de realizarnos como destino nacional”.

Será cuestión de tener memoria y seguir obrando por la patria libre y soberana.